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Por qué no usar tecnología en el aula

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Sea a partir de las nuevas circunstancias a las que nos ha abocado la covid19 o porque ya veníamos años insistiendo, la tecnología, en su más amplio sentido, forma parte de nuestra labor docente actual. Al margen de cuánto y en qué forma la incorporamos, siempre conviene una mirada crítica. Demasiadas veces damos por supuesto que va a añadir valor, pero, claro, todo depende de la forma en que la usamos.

¿Aprendemos mejor con las TIC en el aula? ¿Papel o en pantalla? ¿Sigue siendo necesario practicar la caligrafía o nos centramos en la escritura digital? ¿Cuáles son las ventajas de las pizarras digitales? ¿Es necesario que cada estudiante tenga su tablet o portátil? Y, ¿qué hay de las redes sociales?

De esta forma se presentaba el debate ¿Cuáles son las luces y las sombras de las TIC en el aula? que tuvo lugar este pasado lunes organizado por FECYT. Se enmarca dentro de una serie de conferencias y debates bajo el enfoque de «educación guiada por la evidencia«, un punto de vista muy sano para hablar con criterio en torno al aprendizaje y la educación. Cada una de las actividades está disponible con su correspondiente grabación.

Por mi parte, he accedido a este debate que os comento sobre «luces y sombras de las TIC» porque en él participaba Pablo Garaizar, ingeniero informático y, sin embargo, psicológo, además de aprendiz. quien siempre es garantía de hablar con criterio en torno al aprendizaje y la tecnología. Y desde luego que ha sido un placer escuchar sus reflexiones junto con las de Patricia Rodrigo, maestra de primaria en las especialidades de música e inglés en el CEIP Carlos Cano Fuenlabrada, conducidas por Ángela Monasor Pascual, responsable del programa de pensamiento crítico y toma de decisiones guiadas por la evidencia del FECYT.

El debate ofrece, además, una bola extra muy a tener en cuenta. Se trata del artículo Una adecuada alfabetización digital implica conocer cuándo prescindir de la tecnología. Solo el título es una fantástica invitación al pensamiento crítico. ¿Cuándo y por qué no usar la tecnología? Os dejo un párrafo extraído de este artículo que seguro debería poner a bailar tus neuronas.

La habilidad lectora es una condición clave para que se produzca un buen aprendizaje curricular pero también influye el medio en el que leemos. Cuando comparamos la lectura en papel con la lectura digital en pantallas, los resultados de varios estudios coinciden en afirmar que leemos mejor en papel que en digital. Esta ventaja del papel sobre las pantallas se hace mayor cuanto menor es el tiempo del que disponemos [Delgado, Vargas, Ackerman & Salmerón, 2018] porque a pesar de que no hay diferencias en velocidad de lectura en papel y en digital [Clinton, 2018], la lectura digital es significativamente menos precisa y hay una menor comprensión [Lenhard et al., 2017]. Podríamos pensar que esta diferencia se debe a la falta de familiaridad con la tecnología de la gente que lee, pero de hecho sucede lo contrario: la ventaja del papel sobre las pantallas se ha ido incrementando a lo largo de los años. Las razones tienen que ver con funcionalidades propias del texto digital que en principio parecen una buena idea (scroll, hipertexto, etc.) pero que en la práctica dificultan mucho conocer la estructura subyacente del texto leído [Cataldo & Oakhill,2000; DeStefano & LeFevre, 2007; Mangen et al., 2013].

Es solo un botón de muestra, pero no cabe duda de que el enfoque de este artículo y la conversación que mantuvieron Patricia y Pablo de la mano de Ángela resulta muy inspiradora. Tened en cuenta que, por supuesto, ni Patricia ni Pablo puede ser gente sospechosa de no saber de tecnología. Claro que la usan; pero también no la usan. De verdad, una reflexión absolutamente pertinente en estos tiempos en los que la tecnología se hace ubicua. Pero nadie dijo que, per se, nos aporte. Se trata de integrarla en el proceso de aprendizaje de un ser humano, que es lo que cuenta, ¿no?

Estas conclusiones de los estudios mencionados no implican que haya que eliminar la tecnología de las escuelas pero sí sirven para darnos cuenta de que conviene recibir con mucha cautela las numerosas promesas que desde las empresas proveedoras de tecnología se lanzan a la comunidad educativa sobre las bondades pedagógicas de sus productos y servicios.

Son muchas las voces de personas -casi siempre ajenas a la educación- que alimentan el miedo a quedarse fuera de las revoluciones tecnológicas futuras si no apostamos todo a la educación digital. Sin embargo, resulta paradójico que uno de los perfiles profesionales más demandados sea el de matemáticas, un saber abstracto, teórico, que no requiere de tecnología y con un corpus conceptual lleno de teoremas formulados hace siglos. Las competencias del futuro (pensamiento crítico, creatividad, liderazgo, resolución de problemas, etc.) requieren una buena base de las competencias clásicas (expresión oral y escrita, lectura comprensiva, abstracción, memoria, etc.).


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